Las distintas etapas de la Copa del Mundo de natación disputadas en Corea y Singapur han traído con ellas varios récords mundiales, a cargo de León Marchand, Noé Ponti, Kate Douglass y Regan Smith, entre otros.
Las World Cups se disputan anualmente desde hace casi 40 años en varios países, en forma de un circuito de competencias con premios en efectivo para los deportistas, y generalmente se programan a continuación del evento máximo de la temporada, ya sean los Juegos Olímpicos o los Campeonatos Mundiales.
La existencia de este circuito internacional, que no obstruye la preparación para los eventos máximos de la temporada, le ha dado a la natación una enorme visibilidad anual, tanto para los sponsors como para medios Y fue una de las medidas más acertadas tomadas por la dirigencia y comisiones técnicas de la FINA, hoy World Acuatics.
En su momento, la presencia de estas competencias fue fuertemente criticada por algunos técnicos y directivos de Estados Unidos y otros pocos países, por temor a que su circuito anual de competencias en yardas, perdiera terreno e interesados a manos del formato en 25 metros. Lo que ciertamente ocurrió, junto a la pérdida de algunos sponsors, quizás, el efecto más doloroso para aquellos enamorados de las yardas.
Me pareció entonces y me parece un absoluto sin sentido que la mayoría de las competencias internacionales, durante buena parte del año, se tuvieran que realizar en piletas cuyo formato solamente existía en los Estados Unidos y en un par de países más.
Los Mundiales en pileta corta y las World Cups en pileta de 25 metros, en hasta diez países diferentes, llevaron cada año el deporte, la difusión popular y el negocio deportivo a casi todos los continentes.
Por supuesto no fue fácil lograrlo. Recuerdo mis discusiones con algunos ilustres colegas y amigos norteamericanos, quienes defendían tanto su liderazgo como su excelente fuente de recursos, y también con otros técnicos de diversos países, inclusive Argentina, que con mentalidad bastante colonial despreciaban la competencia en piletas de 25 metros. Justamente, el formato en el que casi todos entrenaban a diario, y preferían mantener por siempre el statu quo de las pruebas en yardas y en pileta de 50 metros.
«Está bien, pero por lo menos hay que enseñar mejor las vueltas a los nadadores porque en yardas hay muchas más», les solía decir medio en broma, medio en serio.
Los actuales récords mundiales en Short Course (curso corto), luego de una temporada algo pobre en récords de pileta larga, coronada en los Juegos Olímpicos de París, nos muestra algo que ya sabíamos hace tiempo: es casi inmediata la transferencia de lo realizado como entrenamiento en piletas de 50, a excelentes resultados en las piletas de 25 metros.
Esto ocurrirá, por supuesto, siempre que participen y no se ausenten de esas competencias, como sucedió muchas veces durante años con algunos grandes nadadores, a cargo de prestigiosos técnicos seguramente avalados por dirigentes de la gran potencia, que para disimular esas ausencias reclamaban por los calendarios demasiado cargados de competencias. Cuando en realidad, simplemente se peleaba por una probable caída de las cuantiosas regalías de todo tipo en los torneos locales.
En fin, apenas intereses en juego. Nada nuevo bajo el sol.
* ExDirector Nacional de Deportes.