Cuando terminó el partido en ESPN anunciaron la jugada del partido, la de «mayor potencia», presentada así porque se trataba una publicidad de YPF, y pasaron un córner para River conectado con el muslo por Paulo Díaz, una masita que llegó en cámara lenta a las manos de Cozzani. Toda una síntesis de un partido sin otro vuelo que el de una pelota muchas veces revoleada, muchas veces enloquecida por el viento y muy poco cuidada por los futbolistas.
Empataron nada a nada y eso le dejó un mejor gustito al modesto Platense que después de los primeros 10 minutos en los que se animó un poco, se planteó el cero como objetivo. Y para eso armó una telaraña en el medio, puso a todos al servicio de la reducción de espacios, acumuló gente en el fondo y mostró solidez en Suso y Vázquez, los marcadores centrales. Cuando recuperó la pelota, eso sí, nunca encontró asociación de sus jugadores.
En River no jugó Armani por un problema personal, pero su ausencia pasó inadvertida. En el arco estuvo Ledesma, que intervino en algún centro aislado en un rechazo largo después de un pase atrás y punto.
Los del Muñeco Gallardo tuvieron la pelota, insinuaron que podían armar alguna buena jugada cuando entraron Mastantuono y Echeverri, pero no inquietaron nunca al arquero local.
Es muy probable que en el inconsciente de los jugadores de River pese mucho lo que de verdad les importa a todos, que es la Copa Libertadores y le tengan miedo a una inoportuna lesión. En el campeonato podían tener alguna chance si Vélez, que será rival en la próxima fecha, perdía con Racing y ellos le ganaban a Platense. Pero nada de eso ocurrió y ahora el equipo de Marcelo Gallardo quedó 11 puntos por debajo del líder. Un abismo.
Platense celebró mucho el empate y River no pareció sufrirlo demasiado. Sí generó alguna preocupación que Acuña y Pezzella debieron ser reemplazados, el lateral por una sobrecarga muscular y el central por un golpe. No parecen lesiones serias. El partido tampoco fue serio.