«Las SAD son un cáncer que mató todo»   | Diálogo con Aníbal Arroyo, integrante del Centro de Estudios del Deporte de Chile



El declamado milagro chileno es un mito. Nunca se produjo. Se lo vincula al pensamiento del economista Milton Friedman que reivindicó a la dictadura de Pinochet. El presunto bienestar que el neoliberalismo provoca, hizo que al fútbol trasandino lo metieran en la misma bolsa. La experiencia de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el país vecino, de clubes que pasaron en los últimos veinte años a manos de empresarios –incluidos varios argentinos–, la explica Aníbal Arroyo desde el corazón de Chile. Nacido en Talca, de 32 años y miembro del Centro de Estudios del Deporte (CEDEP), el periodista especializado en marketing dejó varias reflexiones que deberían tomar en cuenta socios, hinchas y todos aquellos que reivindican a nuestras instituciones centenarias como espacios de construcción colectiva.

En Chile el registro de clubes transformados en sociedades anónimas es de 42 sobre 45, si se cuentan las tres categorías profesionales. ¿Cómo se llegó a eso?

–Sí, son casi todos SAD salvo Cobresal, Curicó Unido y Puerto Montt, los dos últimos en el fútbol de Ascenso. En Chile se juega la Primera División, la Primera B y la Segunda División Profesional, la tercera categoría. Curicó Unido va último en la B y si descendiera como club deportivo, tendría que volver a ascender como SAD. Se llegó a esto porque en 2004, el presidente de la república Ricardo Lagos lanzó desde el Congreso una ley de sociedades anónimas que se aprobó en 2005. Esto nació porque los clubes grandes estaban en la quiebra. Colo Colo, la Universidad de Chile y la Católica, los clubes más grandes de Chile. El club social y deportivo Colo Colo, el más grande de Chile, tenía un complejo, un predio y un teatro que es el Caoupolicán y salió a remate. Perdió casi todo. Fue el primer equipo en Chile que cotizó en la Bolsa de Comercio.

–¿El expresidente Sebastián Piñera llegó a ser dueño del club?

–Exacto. Los que habían comprado el club mostraban cómo las acciones bajaban, subían, se pusieron la camiseta y uno de los que lo compró en ese momento era Piñera, hincha reconocido de la Universidad Católica. Con el club haciendo una buena campaña en la Copa Sudamericana en 2006, todos pasaron a ser sociedades anónimas. El envión de las SAD a Colo Colo le duró hasta que Piñera vendió el club para hacer su carrera presidencial. Ahí comenzó la danza de sociedades anónimas deportivas y ya se vio cómo los clubes se fueron dando vuelta.

–Lagos, un presidente que militaba en el partido Socialista de Salvador Allende, impulsó la ley de SAD y no Piñera, un político neoliberal. ¿Parece un contrasentido?

–A ver, Lagos era socialista pero hasta por ahí nomás. Lo que se dijo en ese momento era que se hacía para salvar a los clubes, que se trataba de un salvavidas. Se les explicó: vamos a sacar esta ley para que tengan progreso y subsistan porque si no será la hecatombe. Colo Colo estuvo a punto de perder la cancha. Lo único que salvó el club fue el estadio. Era una situación súper complicada y ahí entraron las SA con muchos vacíos legales, demasiados. Entre esos vacíos está que un solo dueño puede tener tres clubes. Te pongo un ejemplo: el dueño de Rangers de Talca, Copiapó y Antofagasta, es el empresario dedicado a la minería Felipe Muñoz. Y ahí se van pasando los jugadores temporada tras temporada. Tiene un equipo en Primera, el otro baja, lo sube, depende de quién esté en Primera y quién en Segunda y así es todo.

–Antes de que se instalaran las SAD, ¿cuál era la forma jurídica de los clubes?

–Funcionaban como clubes deportivos o corporaciones, aunque acá se les llama corporaciones de socios. Nunca hubo gerenciamientos ni nada por el estilo. Vivían de la plata que les pasaba la televisión, de los sponsors y los socios, porque antes en Chile iba mucha gente a los estadios. Había como espalda para que esto anduviera. Si bien las SAD son un cáncer que mató todo, siento igual que la responsabilidad fue de los dirigentes de los clubes en ese momento, que no supieron manejarse. 

–Tenemos entendido que las SAD, en determinado porcentaje admiten la participación de los socios o las corporaciones dentro del club. ¿Es todavía así?

–Hay participación en algunos, como si fuera una pantalla. Colo Colo, por ejemplo, tiene un directorio de diez personas. Hay un representante del club social, pero es uno, no tiene peso, sus ideas son las de un club deportivo pero no coinciden en nada con las de una SAD, entonces nunca llega a nada porque no lo dejan, porque no se puede, porque las reglas del juego son así nomás.

–¿La experiencia de las SAD ha sido negativa?

–Nefasta.

–¿Tres razones de peso por las cuales criticás ese modelo de gestión?

–Una, la primera, la más fuerte, la que más me llama la atención y la que más me duele, fue la pérdida de identidad, la pérdida del vínculo, la pérdida de la historia, como la historia de mi familiar que fue a buscar las copas del club y que nadie reclamaba cuando Rangers se transformó en SAD. Todo el amor que le tenía la gente de la Usina a Huachipato, su club, se perdió. Todo el amor que le tenían los mineros a Cobreloa también lo mataron. El vínculo, la identidad de los clubes ya no existe. Esa es la razón fundamental. Lo segundo es que deportivamente los clubes están muertos, no hay inferiores, Chile no tiene divisiones menores, no saca jugadores, no hay un campeonato de reserva, no hay nada para abajo, no hay trabajo de inferiores.

–¿No hay torneos de novena, octava o séptima división como en la Argentina?

–No, solamente del Sub 15 y Sub 17 y por zonas. En la Argentina juegan las reservas y juegan todos contra todos. Los de Iquique no vienen a jugar a Talca un partido. Juegan con Cobreloa allá por el norte, los de la zona centro sur juegan entre sí, Colo Colo con la Católica, con la U, con O’Higgins y no todos tienen inferiores. Hay equipos que no se presentan. Hay un club que se llama Deportes Valdivia y no presenta divisiones menores.

–¿Quién fue el autor intelectual de la norma que impulsó en su momento el presidente Lagos?

–Uno de ellos fue el secretario general de Gobierno de ese momento, Francisco Vidal. El mismo que en 2013 dijo: «Me arrepiento de haber impulsado la ley de Sociedades Anónimas Deportivas». Estuvo trabajando con Reinaldo Sánchez en conjunto, que era presidente de la ANFP. El encabezó el proyecto de las SAD.

–Volvamos por un instante a los reglamentos. Si un equipo desciende, ¿debe reconvertirse en SAD de manera obligatoria si vuelve a ascender, cambiándose la figura legal?

–Exactamente. Un equipo que desciende de la Segunda división profesional a Tercera no puede volver como club deportivo. Tiene que convertirse en sociedad anónima. 

–¿Qué les dirías a los hinchas y socios argentinos de la experiencia chilena mientras acá se discute la idea del gobierno de transformar a los clubes en SAD?

–Que por ningún motivo pierdan lo que todos admiramos del fútbol argentino que son sus clubes. Yo estuve en Boca, en River, visité Platense también y es admirable cómo la gente quiere y ama a sus clubes y son socios y pueden participar de todas las disciplinas, de cosas que no son solamente el fútbol. Eso no se compra con plata, tampoco tiene un precio porque es impagable. Yo les diría al hincha argentino y al verdadero dirigente que no cesen en su lucha, que no dejen que los clubes se conviertan en empresas. Si el club es de un dueño, se pierde el poder de decisión. Doy un ejemplo: si quiere llevar a jugar al club Platense a Córdoba va y lo hace. Y no hay nadie que le pueda decir nada porque el club es de él.

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