Bautista Cameriere es vecino de Monte Grande y contó a El Diario Sur: «Empecé a laburar por medio de un amigo mío de la escuela, que empezó a trabajar en un lugar de barras y me llamó a mí porque faltaba gente». «Me fui formando con el paso del tiempo, hace ya casi un año que trabajo de esto», añadió.
«También trabajé en CocktailBar, en Monte Grande, ahí aprendí a hacer muchos tragos que antes no sabía hacer o más difíciles, para los que necesitás, por ejemplo, muchos licores», explicó.
Y continuó: «Lo que más me gusta es que es un ambiente divertido, donde toda la gente está alegre porque es una fiesta, entonces la pasas bien, la gente te viene a hablar… Eso me gusta mucho».
Por su parte, Santiago Vera, un vecino de Monte Grande que trabaja en el bar 11:11, ubicado sobre la calle Dorrego de esta ciudad, contó: «Estaba haciendo el CBC a distancia y se me dio la oportunidad con 18 años de ayudar a un amigo que era bartender. En principio iba a ser solo por ese finde, yo no estaba interesado en la gastronomía, pero desde ese momento no paré». «Mi amigo empezó a enseñarme y capacitarme con todo lo que él sabía hasta que ya estábamos trabajando codo a codo sacando un servicio de 500/600 cubiertos», remarcó.
«No hice ningún curso. Para una persona que quiere enfocarse y vivir 100% de la gastronomía, quizás sea importante hacerlo, pero en cuanto a las habilidades y el conocimiento no lo veo tan necesario, es aprender historia y teoría, pero el resto se aprende en la barra sacando servicios de todo tipo», opinó.
En cuanto a los tragos que preparan en el lugar donde trabaja, contó: «Jugamos mucho con los almíbares y los vodkas saborizados, tenemos una gran variedad de coctelería de autor, con maracuyá, frutos rojos, durazno, coco y ananá». «No hay trago difícil de hacer, algunos llevan más ingredientes que otros, pero la producción de cada trago siempre está hecha con anticipación», explicó.
«Lo que más me gusta es el servicio, cuando ya la gente empieza a llegar y a pedir, estar todo el tiempo haciendo algo, siempre ayudando desde donde toque», señaló.
El Diario Sur también dialogó con Fabricio Castellán, quien tiene 20 años y trabaja en el emprendimiento de barras móviles de un amigo, llamado «Barras Alphawolfs». «Primero hice el curso de barman sin intención de trabajar de eso sino que quería tenerlo como hobby. Un día mi amigo estaba buscando compañero, me ofreció trabajar con él y le dije que sí. Nos encargamos de llevar barra y bebidas a eventos privados», contó.
«Sinceramente, lo que mas me gusta es el trato con la gente y ver cómo se van poniendo borrachos de a poco y cómo van perdiendo la vergüenza», comentó. Sobre los tragos más pedidos en los eventos privados, aseguró que son el fernet, el gin tonic y el daikiri.
Y concluyó: «Recomiendo totalmente este trabajo porque es muy divertido y casi nunca se tiene problemas con nadie. Siempre que te gusten los bailes, hablar con los clientes y trabajar de noche es una muy buena opción».
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