Como en 2001, la hinchada de Racing llenó dos canchas: Asunción y Avellaneda | En el Cilindro hubo incovenientes con el ingreso de hinchas



Como sucedió en 2001, cuando aquel Racing dirigido por Reinaldo «Mostaza» Merlo ganó el torneo Apertura de ese año luego de treinta y cinco años de sequía, Racing volvió a llenar dos canchas: más de 30 mil hinchas completaron una de las cabeceras populares y las dos plateas laterales del estadio La Olla del Asunción de Paraguay donde se jugó (y se ganó) la final de la Copa Sudamericana con Cruzeiro de Brasil. Y al mismo tiempo, casi 60 mil personas se reunieron en el Cilindro de Avellaneda para ver el partido por pantalla gigante y compartir la alegría inmensa de volver a ganar un título internacional.

Entre el calor asfixiante y las dificultades que planteó el operativo de la Policía paraguaya para el ingreso al estadio en Asunción, no fue sencilla la tarde para los hinchas de Racing que pudieron acceder con los boletos oficiales. El acceso fue lento a los sectores reservados a los hinchas argentinos que a la hora del comienzo del partido estaban repletos de público y banderas racinguistas. Pero también agobiados por una temperatura que llegaba a los cuarenta grados y que sólo mitigaron los poderosos chorros de agua que lanzaban las mangueras de los bomberos.

De todos modos, el triunfo posterior por 3 a 1 desató una fiesta que Racing esperaba desde hacía más de tres décadas y que hizo olvidar todos los padecimientos de antes y durante el juego. Los abrazos, los besos, las lágrimas y las emociones disparadas por los miles de familias académicas se extendieron hasta mucho después de terminado el partido. La gente se quedó en las tribunas tomándose fotos pero también volviendo a respirar después de una tarde dantesca, con un calor que costará olvidar.

A la misma hora que todo eso acontecía en Asunción, otra fiesta se había desatado en el Cilindro de Avellaneda que se abrió para que miles de hinchas que no pudieron ir a Asunción se juntarán para ver la gran final por pantalla gigante. Sin embargo, no todo salió como estaba planeado y el ingreso del público fue caótico. Una marea de gente intentó traspasar las puertas de ingreso a la tribuna local mientras el personal de seguridad cerraba los accesos, dejando a una multitud afuera. Algunos tiraron vallas y forzaron su entrada pese a que la policía frenaba el avance. Hubo corridas y mucha bronca entre los presentes por la mala organización.

En medio de la tensión y angustia de los hinchas que se quedaban sin poder acceder, se abrió la puerta 10 y continuó ingresando el público, que colmó el espacio habilitado para mirar la final de la Sudamericana. también como en Paraguay, la consagración racinguista disimuló el desorden y durante largo rato los hinchas permanecieron cantando y festejando en las tribunas del estadio, mientras quienes salían, como suceden en casi todos grandes festejos del fútbol, se fueron a seguir la celebración al Obelisco donde hasta bien entrada la noche dieron vueltas muchos familias y jóvenes con camisetas de todos los diseños y banderas de Racing campeón. 



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