Los nombres de Garrincha, Jairzinho y Nilton Santos estuvieron presentes por los alrededores del estadio Monumental. Las glorias brasileñas del Botafogo de la década del ’60 no podían quedar en el olvido, cuando el club carioca llegara a la gloria máxima por primera vez. El conjunto derrotó en una gran final 3-1 a Atlético Mineiro, y la samba se desató por las calles de Núñez hasta Río de Janeiro.
El mejor rendimiento de Botafogo, con aquellos nombres, había sido en las semifinales de 1963 y 1973. Por ese motivo, los Luiz Henrique, los Vitinho, los Marlon, los Júnior Santos, entre otros, más los argentinos Thiago Almada y Alexander Barboza, quedaron impregnados en la historia grande de la institución. El festejo podrá ser aún mayor en pocas semanas, debido a que el campeón de América se encuentra como líder del torneo Brasileirao de su país.
La final tuvo un episodio decisivo cuando apenas se jugaban dos minutos. Botafogo se quedó con diez jugadores por la expulsión de Gregore, quien cometió una falta muy violenta contra Vera. El volante brasileño le clavó los tapones en la cabeza al argentino, que tuvo que ser asistido de inmediato por la sangre que perdía. El árbitro Facundo Tello primero le había mostrado la tarjeta amarilla, pero a instancias del VAR cambió su decisión.
El desarrollo del partido se vio modificado desde ese instante, y Mineiro fue el que tomó la iniciativa al tener un hombre de más. La pelota estaba en poder de los de Belo Horizonte, y el partido se trasladó hacia el terreno del Botafogo.
A pesar de esa pequeña diferencia, Mineiro se acercaba con remates de media distancia, pero no podía ingresar con riesgo en el área de su adversario. Deyverson y Hulk fueron los que probaron por esa vía, y respondió bien el arquero John en ambas ocasiones.
Mineiro no podía exhibir superioridad con el plantel completo, y fue perdiendo supremacía lentamente. Botafogo, en cambio, fue ganando protagonismo a partir de los 30 minutos, cuando lograba salir de contrataque, aprovechando la velocidad de Luiz Henrique. El delantero se movía por todo el frente de ataque, y era difícil de controlar para los marcadores de Mineiro.
La sorpresa llegó cinco minutos después de la media hora, cuando el propio Luiz Henrique convirtió el primer gol con un zurdazo bajo, luego de capturar la pelota en la puerta del área chica. La pelota ingresó entre el primer palo y el arquero Éverson.
El desconcierto de Mineiro fue creciendo, y su fútbol fue perdiendo incidencia. Encima, nueve minutos más tarde, Tello, otra vez luego de ser llamado por el VAR, cobró penal para Botafogo por la falta del arquero sobre Luiz Henrique. El defensor Alex Telles fue el encargado de ejecutarlo y aumentó la ventaja. Botafogo había llegado con profundidad dos veces y las aprovechó en toda su dimensión.
El técnico Gabriel Milito decidió tres cambios para la segunda parte, y enseguida el equipo logró descontar con uno de los ingresados (Vargas). El chileno marcó con un golpe de cabeza, después de un tiro de esquina lanzado por Hulk. El impulso de ese gol le dio mayor decisión para ir en busca del empate. Deyverson estuvo cerca con otro cabezazo, pero la pelota se fue al lado del palo.
La emoción y el dramatismo se apoderaron del encuentro. Botafogo también hizo modificaciones para sostener el impulso que tenía Mineiro. Hulk hizo una gran jugada por la izquierda, remató cruzado, y John reaccionó justo para mandar la pelota al córner.
El tiempo empezaba a jugar en contra para Mineiro, que insistía pero iba perdiendo claridad. Además, el desgaste físico también tuvo un papel fundamental, sobre todo en el conjunto de Milito, que era el que tenía la mayor urgencia.
Vargas tuvo dos oportunidades en los minutos finales: primero con su toque de zurda le pelota salió apenas arriba, y luego desperdició otra al tirar la pelota muy alta ante la salida del arquero. Y finalmente Júnior Santos terminó de asegurar el paso a la gloria cuando convirtió el tercero en tiempo de descuento. La fiesta era toda de Botafogo.