Ampliar audiencias y el riesgo de perder lo verosímil | Opinión



El 15 de noviembre en Arlington, Texas, se realizó la pelea entre Mike Tyson, de 58 años de edad, primer boxeador de peso pesado en conseguir el titulo del mundo de WBA, FIB y WBC, el único en unificarlos y defenderlo por nueve peleas, y Jack Paul, youtuber y actor, devenido boxeador.

Organizada y transmitida en directo por Netflix, la pelea fue criticada por lo aburrida, despareja e incluso Jack Paul expresó que no quería lastimar a alguien que no necesitaba ser lastimado.

Este evento tuvo a mi entender dos aspectos que lo hacen muy importante en términos de la comunicación masiva, el deporte y la sociedad que se avecina.

El primer elemento es la característica de ser el primer evento masivo en que todos los habitantes del planeta tuvieron la oportunidad de ver el mismo contenido por el mismo medio al mismo tiempo.

Según reportó Netflix 108 millones de personas vieron el evento a través de su plataforma, estos datos surgen de la sumatoria entre la empresa de Análisis de audiencia Tvision en EEUU y los datos de Netflix para el resto de los países.

Quizás los datos no parezcan tan impactantes si lo comparamos con los 3600 millones de personas que miraron los JJOO de Rio en 2016 pero hay una diferencia que para mi no es menor.

El COI organiza unos juegos que luego pone a disposición los derechos y hay empresas de distintos países o regiones, que luego los emiten en sus lenguas, con sus periodistas y su mirada teniendo en cuenta el interés de cada audiencia.

La “pelea” fue organizada y transmitida por la plataforma para todo el mundo en forma exclusiva. Es novedoso y plantea una cantidad de interrogantes en cuanto al poder de los nuevos medios y las consecuencias culturales, políticas y económicas no solo llevado al terreno deportivo sino a cualquier evento de significación global. Las discusiones de las redes sociales y sus efectos sociales no han llegado aun a las plataformas y su influencia, cultural, económica para las naciones y políticas tampoco.

Se eliminan varias etapas en la cadena de intermediación entre los productores de contenidos y los receptores, ademas se concentra el poder de esos productores de contenido confiriéndoles un mayor papel en la generación de cultura global, con todo lo que ello implica.

No esta claro todavía estos efectos, pero a mi entender es un nuevo salto cualitativo y cuantitativo de la comunicación masiva.

El segundo tema que despertó mi interés en el evento se refiere a lo deportivo.

El deporte se ha caracterizado por ser un contenido que tiene la particularidad de estar en la frontera de lo verosímil y lo verdadero. Existen reglas, clubes, ligas federaciones que dan al deporte un conjunto de elementos que lo hacen verosímil antes de que empiece la competición, algo con lo que cualquier escritor o guionista querría contar antes de empezar a escribir una historia. A la vez es verdadero, podemos constatarlo nosotros mismos en el estadio o por otros medios y es real asumimos que quienes compiten tienen las mismas chances de ganar al comenzar el juego.

El VAR por ejemplo, para bien o para mal, es un intento de mantener o profundizar lo verdadero en el juego.

Cualquier guionista querría tener una trama, una producción y un casting como la final de la Copa del Mundo de Qatar entre Francia y Argentina. apenas el arbitro marca el comienzo el desarrollo narrativo es creíble y se sostiene, a veces sera mas aburrido, pero siempre lo creemos. Este es el marco que ofrece una competición y lo que la hace inmensamente atractiva. La incertidumbre del final hace que lo verdadero y lo verosímil se fundan.

Desde hace por lo menos entre 7 y 10 años los involucrados en cualquier fase del deporte están buscando la forma de sumar nuevas audiencias, al advertir que los hábitos de consumo de las nuevas generaciones los llevan a cierto alejamiento del deporte tradicional o bien una diversificación que hace perder al deporte parte del tiempo que estas generaciones invierten en el ocio. La pandemia tuvo mucho que ver con esto.

Hubo intentos de sumar personajes del mundo del comic en forma virtual en la NBA, hacer retransmisiónes en lenguaje influencer, YouTuber, discutir cambios de regla en el deporte, duraciones, interrupciones, etc.

El caso del youtuber que entrenó durante cuatro meses para jugar un minuto durante un partido de primera division de futbol, entre Deportivo Riestra y Vélez, puso a este tema sobre la mesa y pasa de la búsqueda de ampliar las audiencias a poner en riesgo el verosímil, terror de cualquier guionista.

La pelea de Tyson, al enfrentar a un exboxeador que llevaba mas de 20 años sin pelear con un influencer que llegó a ese ring por sus seguidores por internet o su actuación en una serie, lleva el tema a otra escala mayor.

Independientemente de la opinión que cada uno tenga sobre la relación entre el deporte, el entretenimiento y los negocios, ya sea para quienes piensan que es bueno para el crecimiento de los deportes o para quienes piensen que no, la pérdida de lo verosímil se transformara en la pérdida de lo verdadero y no será bueno para nadie.

Al repecto vale una reflexión de uno de los más grandes artistas del siglo pasado, quizás de los más completos y de los más entrañables, fanático del fútbol, Pier Paolo Pasolini escribía sobre él. “Es la última representación sagrada de nuestra época. En el fondo es un rito, aunque también es evasión. Mientras que otras representaciones sagradas, incluso la misa, están en declive, el fútbol es la única que nos queda. El fútbol es el espectáculo que ha sustituido al teatro. El cine no ha podido sustituir al teatro, pero el fútbol, sí. Porque el teatro es una relación entre, por una parte, un público en carne y hueso y, por otra parte, personajes en carne y hueso que actúan en la escena. Mientras que el cine es una relación entre una platea en carne y hueso y una pantalla, unas sombras. El fútbol, en cambio, vuelve a ser un espectáculo en que el mundo real, de carne, en las gradas del estadio, se mide con los protagonistas reales, los atletas en el campo, que se mueven y se comportan según un ritual preciso. Por ello considero que el fútbol es el único gran rito que queda en nuestra época”.

Quizás el Papa logre que San Lorenzo salga campeón, o quizás lo haga la inteligencia artificial, lo cierto es que no será lo mismo, juro que, como cuervo, no me entusiasma.

* Director General Mediapro Argentina, Uruguay y Paraguay 



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